Por: Roxana Puche
"¡Hermosa! - dictaminó al verla-, tan hermosa que podría llegar a enamorarme, un pensamiento banal pero delicioso". Los rizos, color fuego, lo deslumbraron y unos pies diminutos y exquisitamente esculpidos lo dejaron sin aliento.
Incapaz de contener el galope incesante de su corazón, se arrojó al abismo de lo incierto y fue recibido por un azul profundo. Pensó que había llegado al cielo, cuando se encontró atrapado, sin esperanzas, por unos ojos diáfanos y soñadores.
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